domingo, 21 de julio de 2013

Tu quoque, fili mi!

Frase latina atribuida a Julio César dirigida a Bruto, su protegido, cuando vio que también empuñaba el puñal en la conjuración del Senado Romano en la que fue asesinado, el 15 de marzo del 44 A.C.

La traducción al castellano sería "¡Tú también, hijo mío!" y suele aplicarse cuando alguna persona de nuestra confianza nos traiciona, renegando con dichos o acciones un compromiso de lealtad. La traición es probablemente una de las actitudes más viles del ser humano y puede doler tanto que quienes la viven no sólo experimentan negación, ira, tristeza, es decir todas las etapas de un duelo, sino que, además pueden llegar a sufrir estrés postraumático.

Imagínense el dolor físico de Julio César mientras moría apuñalado. Pero súmenle a ese dolor otro, quizá mucho más fuerte, que es el que su propio protegido participara de la conjuración.



En mi caso el sentimiento de lealtad está muy arraigado. Al menos yo, que tengo cientos de defectos, puedo decir con orgullo que soy un tipo leal que jamás traicionaré a ninguno de mis amigos. Puede que tenga pocos, pero los que tengo son de verdad y sé que puedo contar con ellos -o ellos contar conmigo- cuando haga falta. Y que todos los secretos que me cuenten irán conmigo a la tumba, del mismo modo que espero lo mismo de ellos.

En el Río de la Plata existe una jerga o argot llamado lunfardo, que no conoce el léxico de las acciones nobles o generosas, ni del trabajo útil o industrial. Ni siquiera aspectos positivos del ser humano, con la excepción de la devoción por los padres, la lealtad amistosa y la hombría.





Por lo tanto, el lunfardo no es un idioma, pero tampoco es un dialecto, sino en su origen una jerga o argot, con los procesos de formación que suelen darse en los lenguajes de delincuentes para convertirlos en lenguajes cerrados y secretos para los extraños. Así pues, se sustituyen términos comunes por otros que compliquen el entendimiento del mensaje, se crean metáforas, sinónimos, inversión de las sílabas (el vesre), etc.

Así pues, en el lunfardo existen varias palabras para referirse a los traidores: el término más conocido es falluto (o fayuto), aunque como en realidad las traiciones vienen generalmente acompañadas de una delación, nos podemos referir al delator como ortiba (u ortiva), que no es más que batidor al revés, en donde la "D" ha desaparecido. Otras muy usadas son buchón, botón o alcahuete.

Generalmente los traidores son personas cobardes y esconden su identidad. En sus delaciones pueden haber sentimientos de celos, rencor, venganza, envidia, etc. respecto de la persona delatada, o -en muchos otros casos- porque sufren miedo o presiones por parte de una persona con cierto poder que utiliza actitudes mafiosas y prepotentes que acaba obligando al ortiba a batir, incluso aunque los hechos no sean ciertos.

En mi vida me he cruzado con numerosos ortibas. Seguramente, si ahora están leyendo este blog, algunos de ellos se darán por aludidos. Uno de ellos incluso llegó a tener las llaves de mi casa, por lo que podéis ver el nivel de confianza al que llegó dentro mis amigos, y lo doloroso que resultó sentirse traicionado. Con otro, sin llegar a ser mi amigo (simplemente un conocido), le ayudé consiguiéndole clases para dar o algún torneo para arbitrar. Pero probablemente la traición más dolorosa es la de una piantada que no en vano mi abogado ha solicitado ante los juzgados un examen psiquiátrico.


Otra palabra lunfarda interesante de conocer es la de versero. Una de sus acepciones es la de un hipócrita o un mentiroso que utiliza falsos argumentos para manijear al ortiba. La falta de escrúpulos del versero incluso le lleva a plantear en una matufia algunos hechos como ciertos, aunque éstos no sólo no han sido probados, sino que tampoco existen pruebas de ello.

Un versero puede llegar a estar pajerizado a tal punto que olvida el cargo que ocupa y a quien se debe y utiliza el mismo para sus roscas personales. Y el asunto puede llegar a ser realmente grave si sus laderos son unos chupamedias incapaces de hacer frente a su actitud vengativa, rencorosa y antidemocrática.

Para los más interesados en profundizar en el lunfardo, les recomiendo el siguiente "diccionario" lunfardo-castellano.

Y paciencia a todos los que me pedís que cuente cosas  más "directas". Dicen que la venganza es un plato que se sirve tarde y frío. Y haciendo una alusión con el ajedrez, la amenaza es siempre mucho más fuerte que la ejecución.

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